Coosalud refuerza los programas para la prevención del consumo de cigarrillo
En Colombia mueren alrededor de 95 personas al día a causa de enfermedades atribuibles al tabaco.
Cada 31 de mayo se conmemora el Día Mundial Sin Tabaco, para llamar la atención acerca de las graves consecuencias sanitarias, sociales, ambientales y económicas del consumo de esta sustancia, así como de la exposición a su humo.
Este año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha priorizado una campaña para desestimular su consumo, denominada ‘Comprométete a dejarlo durante el Covid-19’. Y es que la prevención de este hábito juega un rol fundamental en el mantenimiento de la salud y calidad de vida de la población, sobre todo, teniendo en cuenta el panorama actual.
Desde la EPS se lideran iniciativas de educación para desestimular el uso de este producto, teniendo en cuenta sus consecuencias para la salud de los colombianos. En el país, unas 34.000 personas mueren cada año por patologías asociadas al tabaco.
En Colombia, de acuerdo con datos del Ministerio de Salud y Protección Social, alrededor de 95 personas mueren al día a causa de enfermedades atribuibles al tabaco. Según la Asociación Americana contra el Cáncer, el consumo de este producto está relacionado con 15 tipos de cánceres y puede ocasionar daño en casi todos los órganos del cuerpo, incluidos los pulmones, el corazón, los vasos sanguíneos, los genitales, la boca, la piel, los ojos y los huesos.
Carmelo Dueñas, médico neumólogo, intensivista, expresidente de la Asociación Colombiana de Neumología y asesor científico de Coosalud EPS, indicó que si bien, el consumo de cigarrillo ha disminuido en el país gracias a la Ley Antitabaco, que reclama medidas sanitarias más estrictas y publicidad explícita en los productos sobre sus consecuencias para la salud, unas 34.000 personas mueren cada año por tabaquismo en el territorio nacional.
“Del 5 al 10 por ciento de la población colombiana sigue consumiendo tabaco, por lo que considero que el trabajo que falta por hacer es a nivel educativo. Hay que intensificar las campañas de educación frente a este problema. Es preciso recordar que una persona fumadora tiene un índice más alto de mortalidad al de una no consumidora”, apunta el experto.
Dueñas también hace un llamado a prestar atención a las nuevas sustancias y artefactos –como vapeadores– que se utilizan para suplir el consumo de cigarrillo y a estudiar los riesgos que estos puedan tener a corto y largo plazo.
De hecho, organizaciones como la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) no aprueban su uso como alternativa al tabaquismo. Entre tanto, en Colombia, estos dispositivos tampoco cuentan con registro Invima para su utilización como medicamento, ni como dispositivo médico. “Es impresionante que haya más de 200.000 niños menores de 15 años usando vapeadores, sustancias que han demostrado que tienen un impacto severo en la salud”, puntualiza Dueñas.
Al respecto, el Minsalud señala que las razones comúnmente citadas por los niños, adolescentes y adultos jóvenes, usuarios de estos elementos, son la curiosidad, el sabor y la baja percepción de daño comparado con otros productos del tabaco. Sin embargo, dicho consumo incrementa tres veces más el riesgo de fumar cigarrillos convencionales e incluso de otras sustancias psicoactivas.
En ese orden de ideas, Dueñas ha liderado proyectos dirigidos a afiliados de Coosalud que buscan hacerle frente a esta problemática.
Los programas constan de tres pilares:
1. Desarrollo de campañas de educación a nivel primario, para prevención del consumo de cigarrillo, con énfasis en la temprana edad.
2. Manejo de riesgo cardiovascular en pacientes con morbilidades y enfermedades asociadas al tabaco, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
3. Detección temprana en el manejo de comorbilidades subyacentes al consumo de cigarrillo, con el objetivo de disminuir los efectos en morbimortalidad, así como el impacto económico en el Sistema de Salud, considerando que a este le cuesta alrededor de $6,5 billones anuales atender las enfermedades derivadas del tabaquismo.
En ese sentido, resulta imprescindible continuar reforzando las medidas actuales e incentivar una consciencia sobre las consecuencias del tabaco. “Con las políticas públicas vigentes se ha avanzado bastante, pero falta trabajo con el consumidor final”, agrega Dueñas.